ORURO
Situado en el Altiplano central de
Bolivia, corazón de América Latina; Oruro es la capital folklórica de Bolivia.
Si bien se conoce a Oruro principalmente bello y magnífico Carnaval, detrás de
esa colorida algarabía de bandas de músicos y bailarines con bellísimos
atuendos se esconde un Oruro rico en recursos naturales y cultura ancestral que
desde su descubrimiento fue un importante centro minero con vasta producción de
estaño plomo antimonio y plata.
El departamento de Oruro, cuna de
una de las civilizaciones más antiguas de América Latina “Los Urus”, fue uno de
los núcleos más importantes de la Audiencia de Charcas, producto de la intensa
actividad minera de la época, dándole a Bolivia y al mundo la enorme riqueza de
las entrañas de sus montañas. Fundada en primero de noviembre de 1606, por el
oidor de la Real Audiencia de Charcas Manuel Castro de Padilla recibe el nombre
de “Villa de San Felipe de Austria” en honor al monarca español Felipe II.
Según la historia, para ese
entonces, la Villa de Oruro y ya contaba con 15.000 habitantes, entre mineros,
españoles, criollos, negros e indígenas de las etnias “Uru, Quechuas y Aymaras.
Ya en el año 1781 suceden hechos
de mucha trascendencia para el país y América cuando la vida de San Felipe de
Austria, (actual Oruro) es centro de uno de los gritos libertarios de América
Latina, continuando con las rebeliones en contra de la corona española, en
aquella oportunidad la revuelta libertaria dirigida por Sebastián Pagador y
otros caudillos emite la zona en la solemne proclama: “Amigos paisanos y
compañeros en ninguna ocasión podemos dar mejores pruebas de nuestro amor a la
patria, sino en esta no estimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquemos la
gustosos en defensa de la libertad”.
De panorama altiplánico y clima frígido
a 3.706 metros sobre el nivel del mar, los Urus, ubicada entre los departamentos de
La Paz, Potosí y Cochabamba, Oruro transforma su imagen en calurosa recepción “quirquincha”
de cordial hospitalidad que brindan sus 538.200 habitantes
aproximadamente con esa vitalidad y religiosidad característica de este noble
pueblo.
EL MITO URU
Oruro como suyo presenta gran historia
de leyendas y tradiciones: especialmente sobre sus carnavales peculiares y
únicos. Este aspecto del significado cultural y socio simbólico, ha sido tema de
mm ha trascendencia, así tenemos de una de sus principales leyendas: La imagen
del "Tío", como se denomina al Diablo, es motivo de culto en lodo el
ámbito minero de Bolivia. En época prehispánica, los indios Urus, de cuyo
nombre proviene el nombre de Oruro, creían en la existencia de demonios
destructores y uno de ellos era el demonio principal "Huari o Wari",
poderoso Dios que habitaba las montañas quien frustrado por su osadía romántica
de tentar seducir a Aurora o Alba, hija del Astro Rey, desencadenó su furia
ante el pueblo de los Urus, enviando cuatro plagas: Por el sur a una gigantesca
serpiente; en el norte, a un enorme sapo; por el noroeste, a un inmenso lagarto
y al este miles de hormigas hambrientas; entablando violenta lucha con una
angelical "Ñusta", belleza que venció al "Dios del Mal".
Derrotado Wari, la Ñusta se
convirtió en una Visión divina de la Virgen protectora del pueblo de los Urus,
hoy conocida como la Mamita del Socavón.
DEVOCIÓN
La característica pagano
religiosa del Carnaval de Oruro tiene su data en la época de la Colonia, Así,
refieren que en 1789, Don Carlos Borroneo Mantilla, párroco de Oruro, recibe la
confesión de un agonizante. Este tiene aún una daga clavada en el cuello y sus
palabras salen estertorosas pero claramente audibles. Está arrepentido de sus
pecados y no sufre, porque más que nunca tiene la convicción de que la Reina de
los Cielos puede llegar en milagro a caminar sobre la tierra. Él es Anselmo
Belarmino, que oculta su nombre con el alias pecaminoso de Nina-Nina. Vaga por
las calles nocturnas como maleante, roba a los_ ricos, pero el dinero da a los
pobres. Es también menesteroso, pues amando a una adolescente, el padre de
esta, Sebastián Choquiamo, le asesto el filo. Abandonado en crisis de muerte,
invoca a la imagen de la Virgen de la Candelaria, en 1789 y su revelación
posterior en una cueva del cerro “Pie de Gallo”. El lugar era ocupado por
Anselmo Belarmino, apodado el “Nina Nina”, quién en su agonía se confesó ladrón
y devoto. En el segundo periodo, de casi un siglo (1789 – 1900) los mineros reunidos
al conjuro del descubrimiento de la Virgen, resuelven reverenciarla durante
tres días al año, desde el Sábado de Carnaval, usando disfraces a semejanza del
diablo al ritmo de una cautivante música, que nadie sabe quién compuso. Tampoco
se conoce el pincel que pintó el fresco de la Virgen. Data desde entonces la
Entrada de Cargamentos y Ceras. Con ornamentos regionales, presentes de plata
para la Patrona, viandas y bebidas.
En el tercer periodo (1900 –
1940) irrumpen las primeras comparsas devotas, como “tropas de diablos”,
morenos y tobas que se concentraban en la plazuela de la “Ranchería”
escanciando chicha y alcohol, para después enfilar por las calles La Paz y
Cochabamba hasta la antigua Capilla del Socavón.
Los diablos pertenecían al gremio
de matarifes. Los morenos eran vendedores de coca. Los veleros conformaban el
grupo de los Incas. Los llamados “Carreritos” se agrupaban en la comparsa de
los Tobas. Se acompañaban con quenas, pinquillos tambores, bombos. Hábiles santeros
y mascareros dieron inicio a la estirpe de los artesanos. En ese tiempo, no
participaban niños ni mujeres.
Posteriormente de 1940 a 1980,
derribando perjuicios, empleados del comercio, la banca, maestros y hasta
algunos militares, se unieron al Carnaval. Los llamados pijes o ck’arcas,
marcaron con sus innovaciones los futuros rumbos de la original Entrada.
En 1963 se funda el Comité de
Defensa de los Conjuntos Folklóricos, mientras que en los teatros, se
escenifica el original “relato” de la Diablada, con base en una versión “La
lucha entre el bien y el mal” del escritor Rafael Ulises Peláez.
En 1965 la orureñidad se declara
de hecho “Capital Folklórica de Bolivia”, las bandas de música aumentan su
creatividad y se impulsa el viaje de grupos de diablos al interior y exterior
del país.
En 1970, el gobierno declaró a
Oruro “Capital del Folklore Boliviano” mientras se acrecienta la corriente
turística. Surgen otros conjuntos, como los Caporales, con la incursión
resuelta de la juventud y la mujer en un Carnaval, que se masifica. De la década
de los 80 hasta nuestros días se vive un quinto periodo de esplendor, con la
espectacular presentación de la mujer, el despliegue de trajes y derroche de
belleza juvenil. Por primera vez se registra la Música y Danza de la Diablada y
se elaboró el estudio técnico para gestionar ante la UNESCO la declaratoria del
Carnaval Orureño como Patrimonio Cultural
e Intangible de la Humanidad. En 1995 el Estado reconoce a la Entrada como
Patrimonio Cultural, Tradicional, Artístico y Folklórico, contrarrestando su trasplante
a otras regiones.
Luego de un largo proceso de
trabajos e investigaciones además de los trámites que impulsaron ciudadanos
comprometidos con el carnaval y el sacrificio que realizaron, finalmente el 18
de mayo de 2001 se marca un hito histórico para las culturas e identidades
nacionales del Estado Boliviano hoy Estado Plurinacional de Bolivia, cuando el
Carnaval de Oruro es proclamado por la UNESCO, como Obra Maestra del Patrimonio
Oral e Intangible de la Humanidad.
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