SORTILEGIO DE CARNAVAL

(cuento corto orureño) 
De: Vicente Gonzales Aramayo Zuleta

Como todos los niveles de la historia, Oruro tiene un bagaje  grande de cuentos, crónicas e historias. Los pueblos mineros generalmente circunscriben sus leyendas a lo acontecido en las minas.

Esta es una de esas historias.

Rafael Villegas Canchari, era un minero de aquellos que se hacian llamar "mineros chicos", pero si prosperaban, podían alcanzar a ser "mineros medianos". Era el esposo de doña María y padre de dos mozuelos. uno de ellosvarón, estudiante universitario, muy versado en historia, e historias inverosimiles referidas a filosofías herméticas y religiones dispersas en el mundo. creía en la transmigración de las almas y casi estaba convencido de que existía contradicción entre la adoración a la Virgen y al Tio de la mina, una curiosa bifurcación del culto. Se llamaba Juán, le decían Juanillo y discutía con su padre por esas dichosas razones. Su hermanita, aún colegiala, era superficial, sujeta a la disciplina del colegio, y a las corrientes juveniles de la época. Era muy acostumbrada a tner el teléfono en su mano por prolongados espacios de tiempo. Doña María era una ama de casa común, pero muy sensata, recatada y muy amante de su familia. Nunca se peleaban los padres, ella era asaz tolerante y el respondía a esa tolerancia, no cometía excesos, no era muy preparado culturalmente, desde joven hizo el papel de correcaminos, en su afán de buscar inas, como lo habia sido su padre. Al margen de sus caprichos y creencias, parecía acomodarse como el conenido de algo al continente que era, precisamente doña María.

Rafael, era el pardigma del minero buscador de vetas, como se tiene dicho. en una ocasión sentado allí, en una de las oquedades de una mina que compró, donde siempre permanecía entre cigarrillo y trago meditando con el tema minero y la obsesión de buscar infatigablemente, hasta hallar, una buena veta, y sucede que ocurrió y esa noche, festejaban él y un grupo de cinco de sus trabajadores el gran acontecimiento: habian encontrado una gran veta y lo celebraban con profunda reverencia frente a la imagen del Tio. Era la figura de un diablillo, algo así como una especie debafometo. Semejante al creado por los constructores de la Catedral de Notre Dame, en París, solo que aquí, tenía otras connotaciones. El Tío empotrado en un nicho sobre la roca, parecía tener presencia metafísica y estaba rodeado de serpentinas de colores; tenía un cigarrillo en la boca, que curiosamente se consumía como si lo fumara realmente. Los demás bebían singani en copas chicas y mascaban coca, reteniendola en un bollo que les inflaba la cara como pelota y reluc´´ia con la luz de faroles de querosen. Terminado el homenaje a la fortuna; todos se marcharon a sus casas. Doña María tomó la noticia con alegría. A Lila, la hija, le entró por un oido y le salió por el otro. Juanillo movió la cabeza aunque su padre trató de explicarle que todo se debía a sus tradiciones, que gracias a todo eso podían vivir sin sobresaltos, y que por eso lo tenían todo y ahora hiban a tener aún más y lo que soñaron. Pero el muchacho era terco.

A los pocos se produjo la gan y fastuosa entrada del Carnaval de Oruro. La gente masivamente ocupó las graderías de las calles por donde recorre la gran serpiente de luces y colorido, música, con bandas de sonoridad y pentagramas exclusivos. Allí en uno de los conjuntos se hallaban bailando Juanillo y Lila. Cuando llegan los conjuntos de bailarines a la playa del Socavón, encontraron allí la figura de un gran diablo, construido por decoradores, como parte del escenario, que parecía mirar complacido a las criaturas que, igualmente, parecían rendirle culto. Para Rafael, era el mismo Tío, que le habia dado la veta del mineral. Y, ahora costeaba a sus hijos bailar en uno de esos conjuntos, pero cuando ya se desbandaron Juanillo y Lila, acercándose al gran decorado, aunque ella, más sugestionada por su hermano que por voluntad propia, alzaron la mirada a la cara del diablo gigante y pronunciaron:"...No bailamos para tí, sinó para la virgen". definieron la dicotomía y luego dirigiéndose al templo de la Virgen, prosternáronse y le dijeron: "...bailamos para tí...".

Pasó todo el Festival con la excursión Agua de Castilla, la zona sur de Oruro, de donde todos los que se cargan allí para rematar el carnaval, regresan bailando. Allí Rafael se emborracho y bailó y siguió festejando por su hallazgo que le haría rico, pero, hasta en la ironía el diablo perece ser único. El lunes, sus trabajadores le esperaron contritos, con una noticia curiosa.

       "¡Don Rafael, ya no hay la veta!"

El minero buscdor no pudó comprender esas palabras. En persona fué al lugar y comprobó efectivamente, lo que era una dolorosa realidad. entonces, recién quedó convencido de algo que resulta misterioso. Todos han visto la veta, toddos la han apreciado, la han calculado, la han ponderado, pero ahora, hasta se han asustado y es así que, sentenciosamente uno de sus hombres le dijo:

"...¡Don Rafael... era una veta, pero algo ha sucedido que no le ha gustado al Tío...!

La pequeña copa de ponche es trizas en manos de Rafael.

DEL AUTOR:

VICENTE GONZALES ARAMAYO ZULETA

Abogado, escritos nacional, miembro de Número de la Academia de Ciencias Jurídicas, cineasta, catedrático universitario de cine.

Este cuento ha sido el guión leterario de una película del mismo nombre, filmada en celuloide hace casi treinta años, en el que uno de los actores de ella, fué doña María Franco, conocida y prestigiosa Comunicadora, en cuyo Homenaje , va este cuento.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

VISITAS:

Translate

ENTRADAS RECIENTES